Nada es lo que parece. Aparentemente es una idílica tarde al orillas del Sena, donde familias, niños y animales disfrutan del frescor del río. Pero no.
La obra se llama "Tarde de Domingo en la isla de la Grande Jatte", de Georges Seurat, la pintó en 1884.
Estamos ante la obra con la que Georges Seurat inicia un nuevo estilo pictórico: el divisionismo o puntillismo.
La obra impresiona al espectador por su enorme tamaño y por su perfección técnica y virtuosismo en la utilización del color.
La escena transcurre en la Grande Jatte, una isla en medio del Sena entre La Défense y el suburbio de Neuilly, que en aquella época era un parque público con cuidados jardines y un entorno muy adecuado para pasar los días de fiesta.
El tema ha suscitado cierta polémica en su significado, que algunos investigadores han interpretado como una crítica a la hipocresía de la Francia de fin de siglo. Las mujeres que pescan en la orilla serían prostitutas y los militares que se acercan desde el fondo sus clientes.
La mujer que aparece en primer plano sería otra prostituta que al ir cogida del brazo de un hombre conseguiría disimular su condición. Sujeto por una correa pasea un mono capuchino, muy de moda en la época, y que se interpreta con el libertinaje de la actividad de su dueña.
En la composición del cuadro apreciamos tres grandes áreas: el Sena, zona de parque iluminada en segundo plano y zona de césped más próxima al espectador.
La aplicación del color es donde encontramos la verdadera aportación del autor a la historia del arte, siguiendo las teorías más avanzadas de la óptica y buscando representar los colores puros sin mezclar, para que sea la vista del espectador la que por asociación de los mismos perciba esa mezcla en su retina.
Al tratarse de su primera obra puntillista los colores todavía aparecen mezclados para conseguir los medios tonos, algo que en obras posteriores dejará de hacer casi completamente.
En las zonas iluminadas por el sol predominan el naranja y el amarillo. En las zonas en sombra los azules, verdes y violetas.
Se aprecia el gusto de Seurat por representar figuras de perfil y su tendencia a simplificar las formas, cuyos volúmenes se inscriben en cuerpos geométricos simples, como el cilindro o la esfera.
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