PAUL GAUGUIN

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jueves, 9 de abril de 2015

JOHN SINGER SARGENT - RETRATO DE MADAME X




John Singer Sargent, (Florencia, 1856-Londres, 1925)
Retrato de Madame x o de Madame Virginie Avegno Gautreau, 1884


En cuanto el pintor Sargent conoció a Madame Gautreau, ofreció al marido inmortalizarla "en el esplendor de su belleza" mediante un retrato de gran formato. El banquero, sintiéndose halagado, accedió. Ella posó para el pintor en el castillo que el banquero tenía en la campiña de Bretaña. El vestido elegido para modelar fue uno de amplísimo escote, de color negro, para resaltar al máximo la espléndida blancura de su tez. Así, cuando Sargent concluyó el retrato, de 2 metros de alto, en 1884 , lo inscribió para exposición en el Salón de la Pintura Parisina.

Así nos lo explica el gran Isaac Asimov:



"Cuando la belleza más célebre de París, Madame Virginie Avegno Gautreau, fue presentada por el pintor realista John Singer Sargent en su obra maestra Madame X, exactamente como era, superficial, egocéntrica, vestida de manera inmodesta, el público se escandalizó, Madame Gautreau se puso histérica, y el pintor fue obligado a retirarse a Londres" . 


"A veces, insinuar es más pecaminoso que enseñar... Pese a que Manet ya hubiese pintado y mostrado desnudos femeninos, el retrato de una mujer vestida con un largo vestido negro alborotó, durante la primavera del año 1884, a la mojigata moral burguesa de la Tercera República francesa. 


El cuadro de dos metros de alto representa (delante de la oscuridad del fondo parduzco) a una veinteañera de elegante figura, de pie y apoyándose sobre una mesa de estilo Imperio con su mano derecha, mientras con la otra se sube el bajo de su larga falda de raso negro. El corpiño, inusualmente sin camisola, de terciopelo y donde se aprecia su pronunciado y generoso escote y con una llamativa cintura de «avispa», contrasta con la palidez de su blanquecina piel. Y con tirantes de pedrería, uno de los cuales se desliza sensualmente por su hombro derecho, da el aspecto que va ha desprenderse del vestido fácilmente, en el acto. Parece que invita a ser seducida, para yacer posteriormente con ella. Con el rostro de la modelo de perfil hacia su izquierda, da una sensación atrayente y provocativa, y a la vez, es distante y altiva. Supuso la condena y el ostracismo de sus protagonistas: el pintor y su musa." 


"Para la época, finales del siglo XIX, fue una bofetada primero para la burguesía y segundo a esa gente que sufría de penurias económicas en esa Europa pre revolución industrial. Presentó el cuadro en la exposición de 1888 en Paris con el título de “Madame Pierre Gautreau”, siendo tal el clamor popular por tan “descabellado” retrato que Sargent decidió retirarlo de la muestra. Años más tarde, 1916, cuando vendió la pintura al Museo de Arte Metropolitano de Nueva York le cambió el nombre por el de: “Madame X”, repintando el tirante sobre su hombro derecho para tratar de poner fin al escándalo. La foto de abajo es como se veía el cuadro el día de la exposición parisina, antes del cambio en el tirante."


(Isaac Asimov) 


Todo por "el tirante caído"


Foto original del cuadro


La prensa formuló una pregunta envenenada: "¿El retrato representa el instante previo a la caída del vestido?". La identidad de la modelo se reconoció al instante (la X no había servido de nada). Los periódicos fueron implacables: "¿Cómo permitió el banquero Gautreau que su mujer posara semidesnuda durante largas sesiones, ante otro hombre ?" 


martes, 7 de abril de 2015

GUSTAV KLIMT - RETRATO DE EUGENIA PRIMAVESI



Gustav Klimt

Retrato de Eugenia Primavesi - 1913/14


La dama viste un colorista traje que sólo permite ver sus manos y un ligero escote -se trata del famoso traje reforma que se puso de moda en Viena en la década de 1910- donde podemos observar la admiración hacia el decorativismo mostrada por Klimt. Líneas y colores se comunican entre ellos en un libre diálogo. Las variadas tonalidades conforman una especie de mosaico en el que destaca la inteligente y atractiva mirada de Mäda. La influencia del arte japonés también está presente -tal y como habían hecho años atrás Manet, Van Gogh o Monet- tanto en la ausencia de perspectiva como en la decoración de la pared. El estilo caleidoscópico de la etapa final se encuentra presente en este trabajo, uno de los más atractivos de la producción del maestro vienés.


(detalle del cuadro)


La obra representa a la esposa de Otto Primavesi, nuevo financista de los Wiener Werkstatte. Realizado no mucho después del segundo retrato de Bloch-Bauer, pierde la silenciosa austeridad que caracterizaba éste. Aunque la mujer es representada frontalmente y dirige al espectador una mirada distante, el resto del lienzo contradice toda posible rigidez. 

El encuadre próximo, que excluye los pies, la abundancia de formas redondeadas y sobre todo la alegría cromática dan a la imagen un calor nuevo. 

Las superficies se animan con colores vibrantes, con claro predominio del amarillo, cuya vivacidad es reforzada por el total abandono del signo gráfico que caracterizaba las obras de la década anterior por una pincelada más libre y suelta. 

Frente a la intensificada sugestión de los Fauves, Klimt recupera uno de sus viejos estilemas, la aureola moderna, es decir, el elemento decorativo cuya función es destacar el rostro del personaje retratado. Un dibujo preparatorio deja ver que la pantalla azul era en realidad el respaldo de la butaca, pero en el cuadro su significado pierde importancia y el artista parece jugar con los elementos que aparecían en la primera serie de retratos para convertirlos en formas puras, ligeras e irreales, que contribuyen a hacer de los nuevos lienzos auténticos caleidoscopios. 

La mirada del observador recorre rápidamente la cascada de flores abocetadas para centrarse en el rostro y las manos del personaje. Su seriedad resulta enajenante, pero prevalece la alegría del conjunto y la obra permanece en la memoria como una de las imágenes más resplandecientes realizadas por el artista.


PIETER BRUEGEL EL VIEJO - LA CAÍDA DE LOS ÁNGELES REBELDES - 1562



PIETER BRUEGEL EL VIEJO - LA CAÍDA DE LOS ÁNGELES REBELDES - 1562



La caída de los ángeles rebeldes, de 1562, bien podría ser una obra contemporánea, repleta de seres monstruosos y animales híbridos. Aquí se pone de manifiesto el horror del hombre al enfrentarse a la oscuridad del mundo que vive, explotado e impotente, esclavo y con mucha rabia interior. Muestra un panorama alucinante de La Locura Humana. 

Se inspiró en la obra de su antepasado Hiëronymus Bosch, El Bosco. Se la considera una obra de influencia bosquiniana. 

Ángeles caídos que se van convirtiendo en grotescas figuras demoníacas. Bruegel redescubrió un mundo de seres fantasmasgóricos donde las aves, peces, sapos y otros animales se unían para llevarnos al mundo de los sueños terroríficos. 

En este universo de formas irreales también subyace una crítica burlesca a la patética vida del ser humano. 
Brueghel ofrece su visión del hombre, la miseria cotidiana, la locura y la enfermedad. 

Este pintor del siglo XVI (Breda 1525/30 – Bruselas 1569) es uno de los más destacados representantes del costumbrismo de Flandes durante la etapa renacentista. Sus obras nos muestran escenas cotidianas, mitológicas y paisajes llenos del encanto de una bonita zona, en aquel tiempo provincia del imperio español, de la mano del cruel Duque de Alba y su sangrienta represión.

domingo, 5 de abril de 2015

FRANZ VON STUCK - EL PECADO


El Pecado, 1893


Su figura brilló a finales del siglo XIX y principios del XX. Franz von Stuck (1863 - 1928) fue un polifacético artista bávaro que dominó disciplinas como la arquitectura, la escultura, la pintura o el grabado.

Fue uno de los fundadores de la llamada "Secesión de Munich", un movimiento artístico que rompía con la oficialidad y el arte tradicional, abrazando estilos nuevos como el Art Nouveau o el simbolismo. Su prestigio se acrecentó al ser maestro de jóvenes pintores como Paul Klee o Wassily Kandinsky.


A primera vista la obra se nos presenta con la seducción, voluptuosidad del modernismo, pero la mezcla de colores vivos, rojizos con los negros más misteriosos casi nos confunden con razgos expresionistas. Pero no, es rojo del sexo, negro de la muerte y el misterio con la fatalidad de la serpiente. Coronadores de una alegoría, propia del simbolismo vinculado. La representación realista, de gran carga erótica la hacen toda una Femme Fatale. Sí, extrañamente falta la bidimensionalidad propio de muchos de su estilo, pero ya se observa en el resto de su obra. Por eso quizás, esta esté más cercana al simbolismo que al parnasianismo.